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"... el bibliotecario protege los libros no sólo contra el género humano sino también contra la naturaleza, dedicando su vida a esta guerra contra las fuerzas del olvido"
Umberto Eco

FERREYRA, Diana

Diana Ferreyra

Morelia-Michoacán-México.

Libros publicados:
*En medio de la fogata, Ediciones Luz, 2007. Morelia, Michoacán. Narración.
*Tres narradoras (coautora). Colectivo Artístico Morelia, 2007. Narración.
*Desconócela. Edición Independiente. 2009. Poesía.

OBRA

SELECCIÓN POÉTICA

MAPA

La gota__la antigua
esquizofrénica
volvió a la ternura
sumergida en sales
con los botones abiertos
y las escamas_durmiendo en paz
la ventana cerrada;
también__la puerta
también__la cocina
también__la habitación
también__dos palabras:

Y yo creí que la sustancia era voz
pero me equivoqué
ante la zumba sorda;
la mirada ciega
el tacto latente.
Y yo creí cerrar los ojos
cuando me apuñalé hacia la pared.

El hueco insípido
____el tronco denso
el filo apuntándome
la ostra escondida
formando itinerario
uno_inequívoco
ausente de__eje
se retiró la violencia
y apareció la gama
___con sus fantasmas
invocándonos
sacrificándonos
desapareciéndonos

en dos ecos:

se dibuja una línea
una hacia una de los tantos
campos. Se abre la taza
y emergen las cenizas.
No hace frío. No hace calor.
Es conocer el otro lado.
Es pertenecer a otro espejo.
Es recordar el futuro. Tal vez
Escribir el pasado en dos estelas.
Es buscar la boca para formar
un Universo.
Entrañar.
Memorizar.
Levantar.
O ver.
Todo puede ser.
El itinerario crea
profundiza.
Indaga. No hay nadie detrás de
los objetos cerrados.
Nadie te puede ver.
El filo_____tampoco.
El párpado__tampoco.
El baño____tampoco.
El ritmo____tampoco.
El lavabo___tampoco.

No existe la enfermedad
la locura en dosis
el ala también cansado
no existe eso que temes.
Solamente estás tú
frente a frente.
es el camino bordeado
poseído entre triángulos y
agujas. Es eso. No hay
algo para describirlo. Esas manos
son las únicas sombras reconocidas.
Esas manos parafraseando. No tienen razón
Ni las tendrán. Sequía. Se deshiela el glaciar
La torre y la muralla. No sé que serán esas manos.
Entorpecidas. Dispuestas.
Esculpen__lo que apenas nacerá.
Porque esas manos
cuyos filamentos se agotan
bordean el mapa:
ésa soy yo.

OSCAR
a él

Oscar no tiene dominio
____es dueño de su cuerpo
a veces se mata un brazo
o se revive la uña
sigue a su cuerpo rítmico
con la pieza de Thor en su palma
o el rayo de Zeus en un tenedor.
Sigue a su cuerpo_dicen los
hombres de Oscar. Yo_sigo
tus manos. Yo__si tuviera tus manos
crearía una laguna_para Perseo
o una jaula para el lobo
(es decir Francotirador)
_y te entregaría_algunos de los
orígenes de la sangre
o el gesto mutilado
de Goliat. Yo__si fuera tus manos
haría la plaza que caminas ahora
llamada Ocampo
(la reconstruiría sobre tus pies
sin tomar en cuenta
la geometría
la numerología
dividida__en el sistema binario)
Yo si poseyera tus manos Oscar
levantaría a Lemuria
con su piedra
guinda__y_bailarían los templarios
sin tu nombre
pero con tu orden_antecedente
Oscar no tiene dominio
es dueño de su cuerpo
como lo demás que toca
para convertirse
en la misma bestia
llamada oso.

DECIR

A Juliana

Vine a decirte algo:
desviste lo que no me sirve
convierte esta pulpa
en una de tus manos
esculpiendo mi pecho
y garganta. Porque quiero
_saber si de amor me amas
o te encantas en el hechizo
de olvidarme.__Desviste lo que no
necesito. Ya no quiero esta ropa
__que cubre lo jamás sido. Prefiero
estar desnudo. No quiero tenerlo más.
____Es un caparazón donde el vacío
____me devora con su filo húmedo.
Puedes
confesarme.
Pero primero desviste
y cúbreme__como niño
de la nieve del sur.
Cúbreme__con tus párpados.
Cúbreme__con tus calles y tus pechos
creando un edificio__escondiendo
el surrealismo o__la inmortalidad
del beso.
Cúbreme__con ese beso
buscando mi lengua entre los dientes
busca mis dientes
_______(aturde las muelas la saliva
zumbando o la temporalidad del refugio)
hasta
encontrar
los brazos con los que proteges mi nombre.
Gracias dedos__encontrando mi espalda
gracias ojos tuyos_cubriéndome del frío
gracias pechos pechos tuyos conquistando
el corazón blando (mío del centro del universo)
gracias cintura esculpiéndome
mientras recuerdo
lo que vine a decirte:
_
esta noche no será larga.

ELISA

XXIX

Elisa inventa torres
torres
de ultramar
____andaluz
y de corazas púrpuras
llueve en el silencio
.llueve de nubes
___porque un ángel le dijo que creara torres:
______de sus pechos hizo
__________________las edificaciones.
___Elisa ____de tu pecho
nace una estela
una cuna lúgubre oscilante
danzón de la mentira.
___Elisa ___de tu pecho
nace una orquídea
viajante inmune
retadora del Edenecho.
Elisa juega
con los hilos del lago
___conjuga las ballenas
con los elefantes
___y éstos los evapora
en amatistas tornasol
___porque un ángel la fecundó
en un pasadizo
y de sus pechos ________ anudan en la montaña.
___________líricos sauces
Elisa __tus senos firmes
Elisa __la que enmasilla
a las yeguas de maizales
____ven Elisa come a la luna
___como la comen
los espejos dilatados.
_Elisa __de tus pechos
me he convalecido
___noctámbulo secuestro __tiranía fugaz.
Elisa inventa ríos
_____los íntimos caminos
donde ahogó mi raíz.

MEXICO

No sé___ México___ cómo te sientas
estamos con los sentidos
caídos
nadie espera ___ la madrugada de tu silencio
quizá la anhelan___ pero nadie espera
los ojos bajo tierra
y el mentón haciéndose cruz
nadie sabe.
No sé___ México____ cómo te sientas
es como si te vistiéramos
de vocablos extranjeros
o ropas_____ xenofóbicas
es la pulpa en una tráquea vacía
y voces antiguas
anunciando la llegada
de los colones (en el momento de parir).
No sé México___ no te puedo dar una explicación
no siento
miento tal vez
pero creo que
la mejor manera de conocerte
es a través de tu callar
dejarte morir
hasta que nazcas nuevamente:
Viva México.

DOS

Digo esto porque te deseo:
Siento.
No sufro.
Sedúceme con tu lengua
el parlamento
con el que conduces el mundo
y enciérrate en lo más hondo
del mundo. Entra a mi pecho
y desaparécete como ráfaga tornasol
y pregúntame.
Qué es lo que tienes que hacer
Qué es lo que tienes que hacer
Envuélveme entre el cabello
(uña y agua. Tiempo en agua)
y la sábana que nos cosieron.
Quédate.
No ves que te pinto los labios
mientras cerceno
uno de tus dedos:
(filo húmedo)
tienes permiso para olvidarme
y extrañarme
cariño mío
(¿No ves que tiemblo
y retoco esos huecos
donde dormiste a mi lado?)
No exijas tanto.
Canta conmigo
Latín
condéname
y nómbrame
viridissima virga
en el alto del universo
cóseme las palmas
(otra vez la aguja
sobre mi boca)
sobre tu ombligo…

Dos puntos…
Empieza nuevamente
Que en la madrugada
Se nos va
El tiempo y
Diana Censurada.

SELECCIÓN NARRATIVA

LOS ZAPATOS BOLEADOS
Antes tuve duendes, y me recomendaron que para sus molestias les debía poner tachuelas todas las noches para que se pincharan los dedos. Ahora que ya no me molestan, todos los días amanezco con los zapatos limpios y hasta boleados.

CATARSIS
Ahora sí, hijo, vuelves a zurrarte en el pañal y te quedas sin comida, me oíste. Como no hizo caso le dejaron de dar alimento. Lo único que pudo saborear fue la cuchara: hasta le encontró su jugo natural y cada día más la pulía mejor.

OTRA VEZ REINALDO EN LAS ARENAS
1
No es un mar. Es como neblina, casi un rocío gris. No es gris, más bien parecería negro por la lluvia. Hacía días que pensaba en su enfermedad y en la ventana. ¿Por qué la ventana seguía abierta, acaso no tenía frío de tan solo pensar que aparecerían perlitas blancas del cielo? Muchos de los de la ciudad ¿no habrán idealizado otro lugar para vivir? Él puede justificarse: exiliado por una peste.
Mientras pensaba en resolver la poesía de la nieve, su casa estaba llenándose de gotas. Se filtraban las paredes de moho y agua sucia. Eso era la neblina, negra. Espolvoreada de azufre o tiranía. El charco que se iluminaba sin Sol olía a fermentado de piña. La fruta estaba caída, casi muerta (si no fuera por su tautología, de soy yo y nadie más), y si no fuera de Reinaldo, podría dejarse morir. Es que era un mar. Sí. Era un mar aislado de los demás gestos de las personas. La yema de su dedo meñique punzaba. Por allí le pincharon para detectarle su inmortal enfermedad. Había entendido que no volvería a Cuba. Nunca.
La vía de su cuello tenía tropiezos. Era la sensación inestable. Preocupante. No solamente preocupante: obsesiva. Lo que no estaba de acuerdo, era el no perecer. El dolor-cerradura extendió las punzadas hacia lo que se llama bolsa-resguarda alimentos. No importaba. Sabía las consecuencias. No combinaban las pepitas con el brebaje quema-pieles. Ahora sus formas quemaban todo lo que hallaban en su paso. Una canción de Cuba escuchaba en lo que aparecía ese hombre con el que jugó en el ajedrez durante siete días. El hombre de negro, quien ganó, juró que iba a ir por él en cuanto despidiera a más de veinticinco vidas, que en este caso, morían por lo mismo: ahogados. Claro, todos nos ahogamos en un momento: por un descuido, por una cruz en la frente, el numeral tres (tan desatinado como la rima), por un vino de Roma, o simplemente, porque el mar nos ama: y nos arrastra a sus vestidos de espuma.

2

Reinaldo ya no escribía. Débil (de tanta humedad en los ojos y el corazón descalzo) grababa todo… y durante treinta años escribió algo, que dejó recado antes de que esas cosas lo consumieran por completo: la borrasca líquida.
Apenas la habitación tenía para que el agua se fuera hacia las callejuelas. En la ventana se iban algunos riscos y desnivelados arroyos. Esa ventana ¿no tendría miedo a ahogarse? No. Pareciera que no. Estaba encantado por la diosa que había aniquilado la soledad y los insectos envidiosos. Algunas ratas, desaparecidas de día y revividas de noche, se sofocaban en un abrir y cerrar de ojos. Cucarachas, asqueadas, iban bocarriba y zarpaban de continente en continente. Reinaldo tenía el agua a la altura de la cintura. Por la boca se le salían dos hilitos dorados: otra vez el mar consumiéndolo. Una sonrisa inventaba: en ocasiones la regalaba al cielo, que en ese momento permitía que lo tocara. Sentía que flotaba, reía, soñaba y lloraba, como humano, lloraba. Era Reinaldo que esperaba la arena del tejado para que lo reuniera en el asilo de los muertos: quizás algún día se les ocurriera vivir de nueva cuenta. Apareció la arena, un color carboncillo iba convirtiendo el polvo en un dios: el mismo polvo de donde todo nace, fenece, como un omega, un cinturón de la eternidad. Pintaba el diluvio en ébano. Así que todas las figuraciones, o criaturas impertinentes, se perdían en la inmensidad del color. Reinaldo estaba feliz de ver ese polvo. Era tan parecido al de su seno familiar. Los vientos eran juguetones y envidiosos: querían tener sombreros y cabellos para mover las olas. Esas olas son tornasol, en ocasiones verdes. Verde campo. Verde eco, verde eco, verde eco (y se repite hasta el final). Verde olivo. Algunos cangrejos caminan en reverso del reloj. A ellos no les importaba el tiempo: a Reinaldo un poco, casi no.
Veía cangrejos revoloteando en el tejado. Era más sencillo mirar hacia arriba una vez que el lago le llegaba al cuello. No faltaba poco para que se ahogase como los demás animales. La ventana, por más que sacaba todo… se cerró y jamás volvió a hablar. Era Reinaldo sucumbiéndose por el gozo del suicidio y el mar le ayudaba: no era la primera vez que moría.

MANIFIESTO DE UNA ALINEACIÓN SIN CONVERTIRSE EN RÉPLICA

......No necesito a nadie. Nadie es una persona muy terca, y nadie, los demás, no deben verme. A nadie ni a Nadie tengo en mi cabeza. Cuando sea calé, tal vez los recuerde. Y es que una raíz nació de mi estómago. No come, mece en polvo, y se hace el que llora, y ríe. Hace unos días, mi Perversidad falleció. Eso es lamentable. Preocupante, no tanto como debiera. Es que sin mi mitad no podré existir. Acordamos, unas pasadas caminatas de equinoccio, que para tener eternidad, la debíamos compartir. Acordamos ser el gramo con la semilla, la hoja con la palmera. El cielo con la nube, y el álamo con madrigal. Debería ser el que fenece, pero Perversidad murió, y todavía no me voy.

......La ciudad sigue igual. Da lo mismo pensar que en unas horas una abeja se acercará a ver si es miel o lama en mis faríngeos. Se asoma tranquilamente. Es que sabe que estoy recostado sobre la ventanilla. Pero sigo mirando la ciudad, y sigue igual.
......Sin embargo sigo escribiendo el manifiesto intrínseco, el que las praderas dejarán que se esparza sin ser eco. Y las cúpulas serán ébano, tornasol y deltas danzando en la ola macabra. Alguien se asoma a la ventana y ve que mi cuerpo tiene más de mil abejas que me rodean, y deciden bailar al son de mi condena. Me observa y espantado avisa a los demás. Que me llevarán a un coche blanco, y demás, quien sabe. Pero de que se quedó el manifiesto en la mesa, no. Sigue en mi mano con el lápiz carcomido por algunas chispas que se me salen cuando juzgo, o declaro en las tridimensionalidades de la existencia. Y en el coche me quiso acompañar una bella pluma. Dice que se llama Pluma. Me sonríe, o pienso que cuando se le erizan sus cabellitos es porque está feliz. Han declarado que llevo horas sin vida, y la testa blanda se cae hacia los portones del Edén. No. No quiero pensar que eso ocurre. Y mi manifiesto no será contado. Perversidad no lo hizo… yo pienso fragmentarlo para que a todos los corazones les llegue.

......Primer manifiesto de la justicia como un blanco hacia la oquedad. Brindo por lo que será la sonrisa más tierna, por las manos que me tocaron, por esas cosas que no se llaman revolución, y están latentes en cada uno de los personajes que cantamos. Seré yo quien intente escribir de distinta forma sin llegar a lo más claro ni oscuro, o lo haré siempre y cuando ambas se reúnan. No criticaré más al número tres, porque ese tercio todo el tiempo me cayó como yunque hacia mi pestaña… no volveré a criticarte. Los lineamientos de mi estilo serán a partir de cuando se abra la primera página de mi libro que estará en proceso de coser y dormir. ¿Hay un árbol que quiera adoptarme? Me siento solo, y estoy llorando.
......Mi corazón pedrusco cerró el cristal que ellos permitieron el paso del Febo, y yo lo cerré. No. No más luz. Es que llevo muchas horas muerto y no quiero que me moleste la celestina. A partir de allí llegaron a una casa donde me estuvieron desnudando. Y no había una bella meretriz que se asomara. Yo les he tenido el respeto desde que he visto que todos tenemos equidad, y nadie es un convalecido sino antes conocerle la virtud. Sé que ellas son buenas madres. También hay excepciones, pero de que saben amar, lo saben. Y quería que alguna me arropara, acariciase mi cabello y dijera a mi oreja que todo estaba bajo control.

......Segundo manifiesto para las sinfonías que se están componiendo tenuemente. No soporto su presencia. Allí está, y toda la vida quedará. Simplemente prefiero que se largue y deje el paso a otra criatura que tenga un delirio mejor ingeniado. Mi destino es como el de los demás: sin un brazo para alcanzar una protoestrella. El hálito puede deslizarme de siete a otro siete para que se dé cuenta que amo el frío, aunque éste se encuentre con la intención más burda de matar. No hay mejor forma de matar que la de aniquilar lo que afecta al espíritu. No digan mi nombre si desean quitarme de esta piedra, mi corazón impalpable. No soy quien quiere que mis hijos no duerman. Añoro verlos.

......Pero los veo llorando en una lápida. Y las hormigas ahora quieren comerme junto con otras pulgas que les encantó mi piel. Parece que es de noche y todos se irán. Cuando me comían el último trago de mi ojo permanente, fue el momento que empezó a leerse mi último manifiesto: ser esclavo del silencio. Sé que la soledad está a mi lado, y ríe, y lee conmigo los últimos versos de un náufrago en dilema con su diario. Corro y centello las figuras paralelas que se alumbran por los metales. Estoy y no. Mi convalecida estela se arrodilla para saber que mi cuerpo ya no está donde pensaron que me dejaron: caminaba sobre un caído pelaje que se construía por cada huella impregnada sobre sus vértices. Lloraba, lo sé, pero me di cuenta que en el otro lado de una aura seguía mi ventana tal como la había dejado. Una planta a mi lado había nacido, la raíz de mi estómago ahora estaba en una maceta. Me adoptó. Y supo que mis llantos no eran los que se eludían en las réplicas que no son réplicas. Lo bueno de mi manifiesto accidental es que vivo, y hay algo más por escribir en él: es la ciudad, y sigue igual.

UN AVE FÉNIX

......Abrió los ojos y se encontró con las manos ensangrentadas que irremediablemente habían sido pintadas, luego de un incendio en casa. La gente que le rodeaba, iba caminando sin ton ni son. Caían: revivían. Entonces se dio cuenta que una capilla estaba en llamas cuan carne se derrumbaba en su rostro, como si un dragón o una serpiente estuviera encima de él, y volviera al lugar sagrado en una constelación más de la noche.
......No recordaba que estuviese por esos mundos y su padre —pobreza de bastón— le dijo que fuera por Nacha, el último borrego que les quedaba después de la nada. La borrega había salido desde la mañana, y para hallarla debía buscar entre las rocas hasta que pudiera encontrar un bultito arrimado en una piedra.
......Pero Nacha era necia con el joven, la muy yegua. Justo cuando Nacha saltó hacia su amo, la tierra inició con un remolino de fuego que surgía como las flores brotan de la tierra, y de allí ni se les puede arrancar. El torbellino crecía hasta convertirse en ave de fuego, y reunía algunos tejados y casas hacia la danza de la muerte.
......Sin embargo, estaba frente a la casa y no pudo más con el olor de hierro que contenían sus dedos. Los probó. Casi sabían a ceniza, y se detenía a ver que las tecatas se hicieron negras como el carbón, y el olor le causó náuseas. No se quejó. No. Simplemente seguía distinguiéndose el dolor que le causaban las quemaduras. Al frente vio su padre —pobreza de bastón—, lo señaló y anunció que allí era el pueblo del último rayo del Sol. Se acercó y lo regresó hacia la atmósfera donde estuvo el templo antes de ser quemado.
......Las imágenes de los santos seguían intactas de las corrientes del purgatorio. Oscuridad, una neblina ahuyentaba su conciencia, creía lo que veía, y sentía que nadaba. Empezó a llegar agua por las faldas del portón, y entraron cadáveres de serpientes, perros, gatos y ratas ahogadas. Algunos, inflados, penetraban olores fétidos hacia las narices del muchacho. Un líquido amarillento se les salía por los hocicos, y por ese motivo, tampoco la podían abrir. Los cuerpos de animales se fueron juntando en una esquina, al frente de una parcela pagana. Los cadáveres apestaron mucho más cuando una persona en el altar levantó los brazos y comenzó el alivio.
......Nunca entró a la capilla. No. Jamás entró porque no existía un templo, y la capilla estaba cerrada. La gente seguía igual, caminando cabizbajo y diciendo que ninguna hoja caía, a menos que no contaran los árboles deshojados. Troncos carbonizados, las hojas desmayadas, los pies descalzos de las personas que pregonaban algo en latín: las marcas de sus manos eran distintas a la sangre del muchacho.
......Pareciera que no se daban cuenta de lo ocurrido, y fuese falso lo que estaba viviendo el joven ante la destrucción inquietante del pueblo. El monte se derrumbó, se supo porque piedras y tierra llovían en sus cabezas. El monte desequilibrado estuvo vomitando cenizas para que siguiera la danza sin que nadie se quejara. A la gente se les ensuciaba la tez, y ellos no se limpiaban. El juego de sus bocas era cosa del pasado. No existía, nada cubría la sensatez de su aliento.
......Abrió los ojos y contempló las horas antes de lo ocurrido. Nacha estaba perdida entre el bosquejo de espectros. Allí, se decía que algunas almas que no abandonaron el pueblo penaban. Nacha estaba perdida. Cantos y llantos poseían espejismos que el mismo pensamiento pudiera inventar, y las e anunciadas parecían culebras clavadas en cuadros pintados de azul, y unas a sobrevolaban en contornos de los demás espectros que en la vida podrán curarse de la maldición de la levedad. La borrega giró hacia atrás y justo cuando Nacha saltó hacia su amo, se encendieron sus ojos y la casa estaba limpia, callada… Su padre —pobreza de bastón—, le dijo que llevaban más de un siglo sin saber cómo era Sol. El joven asilenció. Su padre —pobreza de bastón— le pidió que lo conociera. Un vaho diferenciaba el suburbio de la tormenta. En más de mil años seguía avivando y diciendo que ese pueblo había sido fantasmagórico desde que un joven encendió el templo hasta que la tienda mayor extendiera su ira, y convirtiera todo en la nada. Entró a la casa nuevamente y se encerró con el tiempo inmortal, así como sus manos al vérselas sangrando.

UN CASO: Síndrome de Esto-es-el-colmo

Un cuerpo descuartizado, con las manos entumidas y el cuello desmoronado, posaba en una silla. La mandíbula extraída y puesta en la mesa, las uñas crecidas y la mata de pelo escurridizo, escondía el rostro podrido. El cuerpo sentado y una persona al frente lo admiraba.
Tú me dijiste que te enamoraste de mí, cariño, a pesar de haberte raptado.

El cadáver llevaba días. Lo mató de la manera más sencilla. En la cocina lo dejó caer hacia la estufa y al final se asfixió con el humo: todo por hervir una tasa de café.
Te sirvo más, cariño.

Necrofilia

METAMORFOSIS

Me levanté con la cara de asno, los ojos entumidos de gato y con una coraza flácida hecha por hebras de carbón. Distinguí mi rostro opacado, seducido de la fealdad y de altisonantes derrumbes bestiales. Las siete y media, todavía era un monstruo, miope, encartonado en danzones impares y algunas veces con un tic-tac de mi mueca, la misma que hacen las cucarachas en la mañana silvestre. Desesperado, intenté moverme de la cama, pero mi tortuga interior atrapaba las intenciones. Caí, resonó la alfombra, jodiéndola con una maroma de cien años sin piso. Durante media hora corrí hacia la cúspide de mi salvación: el baño. Arrastré las antenas y mis patas revoltosas, zigzagueando los vértices del lavabo…tomé un bálago y afeité los pelos morados de mi mentón. Cuando terminé de lavarme, la cara descubrí que era el mismo hombre apuesto, después de sufrir un amanecer más recordando la infortuna de ir a trabajar.

EL PRIMER HUÉSPED

......Allí está, el demonio. Caótico bicho, te anuncio. Pasarás con tu serpentino movimiento por esos senderos que tal vez alguien pasó en unos cuantos siglos. Seguirás dejando huella en el monte, archipiélagos y orquídeas recién esculpidas en sal de mar. Y no estás aquí.
......Sin lamentarlo, el recuerdo zumba como abejas que impiden el paso de nuevas ondas sonoras filtradas en los labios. Se desvestía al último, y dejaba que mis pies fueran besados por su bestialidad. La bestialidad iniciaba con la mirada, envolvente, acosador, y dejaba que los demás monstruos entraran en la habitación, y sin embargo, nadie hacía daño. Invisible, besar invisiblemente. Su espalda fría, manos frías, dedos fríos, todos los pasos que hacía con su eslabón eran así. Vístete demonio, acabó el tiempo.
......Y lo veía arrodillado, ¿por qué aparentas algo más fuerte, debilucho? Sigues vistiéndote porque las mujeres te buscan para algo que yo no te pedí, y te ofreciste enseñarme. Las mujeres son iguales, no hay una fortuna o un vals en sus nudillos. ¿Solamente sirves para eso? Sigue vistiéndote, que de todos modos frente a mí dejas seducirte.
......Padeces problemas en las orejas. Escuchas música mientras una cortesana intenta conocerte. Y no has vuelto a salir con ellas como normalmente lograbas. Dijiste que arrebataron tu corazón, y diste la queja como si fuese lisonjera de una loa que tal vez no podremos componer.
......Caótico, perdido, pulpa quejumbrosa, si intentas hacerme el amor, es cuando te llamo, y ninguno de los dos podemos hacerlo: estamos censurados, petrificados, nos pesa no ser nosotros, y evadimos con poemas. Ambos sabemos que no sustituirán el pasaje de las redondillas y decimales que compusimos sin tomarlos en cuenta para textuarizarlos.
......Inclínate, nada te haré, y ¡vaya que cogimos tantos frutos por tu culpa! Las arenillas llenaron los huecos que ambos conocemos. Y por más que te miro, dices que eres el demonio de la sombra. Sacaste esos dragones para que entraran en una cueva que acabas por descubrir, y sin embargo, por más que te sentiste dichoso, hubo algo: un fósforo portugués o ruso que no te convenció. Dejaste que te conociera hasta que perdieras el dominio urbano, tirano de los caracteres oscuros, inherentes, baldíos, abismos tornasolados de gama púrpura, como conocí el eslabón que tanto descuidaste en el tiempo que llevas siendo un dionisiaco desconocido. Con una pluma recorriste cada pasadizo que inventé para ti (recuerda, era la luciérnaga que nadie pudo concretar, y al ser el primero, pudiste ver un destello, descendido levemente hasta que las marejadas pasearan por los recovecos y regazos que alguna vez deleitaste).
......Lástima hemos producido en ambos. Porque no se nos dio la ternura, ni la dulzura. Únicamente flameantes caminos que como zigzags nos dejamos fluir hasta que nos hartamos del Febo.
......Caótico, seguimos mirándonos frente a frente, vivimos de la literatura y astronomía. ¿Por qué no volver y dejar que esos arrebatos celestiales nos envuelvan? Nos observamos. Concluye la sesión seminal, y cada quien por su lado dejamos que las cosas se fluyan en la nada.

DONDE LAS ESTRELLAS SE VAN

......Merlín merlado y la estrella de San Juan, déjame dormir
......Y el elefante amarillo iba en la ciudad destruyendo los semáforos y banquetas. Sus patas eran como dos martillos o yunques que se fundían en el calor de la piedra. Sabía que mi hechizo iba a funcionar con mandar ese elefante que desde años estaba viajando para hallar a su familia, porque el misionero debía vivir aquí, en esta ciudad donde ni siquiera se podía respirar el modernismo. Era la cantera el principal horizonte de los sueños, o de los que quisieron parecer las quimeras. El Elefante iba en la búsqueda, entendía que su dueño lo abandonó en ese buque, y sin embargo un Cristo del cielo le dijo que fuera a buscarlo: después de todo lo debía perdonar.
......Justo cuando el Elefante estaba a dos cuadras de mi casa, recordaba que la niña, que llamo hija, tenía fiebre. Y es que su suerte no iba a cambiar. No. Cualquiera que pudiera imaginarse que esa niña sería directora de cine o algo así, sería un imbécil. De seguro iba a ser como yo, un ilusionista que hará que el mundo ruede conforme a sus principios.

......Sentado en las escaleras cercanas a la puerta, el Elefante se inclinaba. Cada paso que pronunciaba era un temblor infijo, vidente, un salpullido de la ternura. Y sí, el Elefante se puso frente a mí, sollozando.
......Merlín merlado y la estrella de San Juan, no hallé a mi amo ¿Por qué, Elefante? Parece que ha muerto No ha muerto, sino a ti te dio muerte ¿Qué hago? Aprender a vivir en este lugar, Elefante No veo bello este mundo para vivir Lo es, Elefante, lo es ¿A dónde iría a dormir, a comer, a retroceder, a dónde, a dónde? Hay un sauce en ese bosque que se cruza cerca del acueducto. Duerme allí, es el lugar más cálido para encontrarse con las estrellas ¿Y vendrás conmigo a dormir? Mañana iré, mi niña está enferma, debo cuidarla hasta que fallezca ¿Crees que muera? Lo más probable ¿Por qué? Porque la bala no la pude quitar. La llevé al hospital para que alguien la atendiese, y nadie lo hizo debido a que hubo muchos heridos ¿Heridos? Sí: los conductores que aplastaste mientras caminabas encima de los coches Pues es que la gente es tan desordenada que deja los carros por la vereda Es que tú eres el descontrolado: y ellos tienen sus sistemas y reglas.
......El Elefante me observó detenidamente. Luego se asomó a ver a la niña. Parecía ser un médico que intentaba curarla. Tenía dotes para curar gente, pero no los usaba debido a que causaba miedo el color enfermizo que padecía. Cuando creí que iba a platicar algo más, se le llenaron los ojos como si tuviera la culpa de que él mataría a la niña a falta de recursos medicinales. Se marchó entonces, y sus patas fueron un eco de frío y pies.
......Merlín merlado y la estrella de San Juan déjame dormir esta noche en tu vela de estrellas.

......Allí, el Elefante amarillo dormía en la sombra cautelosa del sauce, sin ademanes ni cuestiones algebraicas. Pudo darse cuenta que se había tragado más de un río de lágrimas. ¿Era él, la nueva molestia de la ciudad? Don Vasco de Quiroga lo señalaba mientras lo llevaban dos personas para el museo dedicado a Alfredo Zalce. Sí, le alzaba el dedo como una forma de juzgarlo pues él había traído el terror en la ciudad. Un tranvía llamado cuaresma pasó por allí y la gente le aventó tomates como si el repudio no se lo acabaran. ¿Y por qué me tratan así, por qué? ¿Es una deshonra que vaya a buscar a mi amo? Y las estrellas le invitaron a soñar como nunca, en un terciopelo de esperanzas aún convalecidas.

......Y la niña despertó con la idea de llevar al elefante con su dueño, pues sabía dónde estaba el misionero. De seguro ella me quitó ese talento de hallar a gente. Fuimos a una casa que estaba debajo de la Catedral y el señor de silla de ruedas nos saludó porque sabía que teníamos a su Elefante. Sí lo tenemos, está dormido en un sauce Llévenme con él.

......Pero el elefante estaba muerto.
......Merlín merlado y estrella de San Juan, déjame dormir...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaya...
Mi niña prodigio
tan grande y
tanta pérdida
y tan perdida.