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"... el bibliotecario protege los libros no sólo contra el género humano sino también contra la naturaleza, dedicando su vida a esta guerra contra las fuerzas del olvido"
Umberto Eco

VEGA OLIVENCIA, Carmen Amaralis

Carmen Amaralis Vega Olivencia

Mayagüez-Puerto Rico


Obra publicada:

* Espectros en caricaturas de mi alma (poesía) 1995, Editorial Escarcha Azul de Venezuela
* Espejo místico (poesía) 1996, Editorial Escarcha Azul de Venezuela
* Comarca de sol y luna (cuentos) 1996, Editorial Escarcha Azul de Venezuela, Colección Siempreviva y Malva.
* Ojos tatuados (poesía) 1998, Editorial Escarcha Azul de Venezuela
* Añoranza en desconcierto y Espectro de Ojos místicos (poesía) 2004, Editorial Escarcha Azul de Venezuela
* Vida y magia, entornos y sortilegios (relatos) 2005, Editorial Escarcha Azul de Venezuela
* Horizontes de Vuelos Infinitos (prosa y poesía) 2010, 1995 Editorial Escarcha Azul de Venezuela
www.carmen-amaralis.com


Selección de poemas:

SIN CARETA NI ANTIFAZ

Se cayó la falsedad.
Ahora me desvisto ante ti
sin súplicas ni máscaras.
Libre de mostrarme tal cual soy:
desnuda y limpia.
Lirio blanco con las manchas del tiempo,
susurro de canción perdida,
onda sonora que reclama al viento
la melodía que perdió el corazón.

Ahora estoy aquí, sin velos.
Mostrando lo que en mi mente habita:
estas ansias de ti.

Pero no es ni tu cuerpo ni tu cama.
Solo el relinchar de tu potro interior,
de ese que sabe recorrer mis valles sin prejuicios.
Y busca más allá de la piel dormida
el manantial fresco
de esta fría soledad del ser.

A mi mente le invaden estas ansias de ti,
porque hay profundidades que mi cuerpo arrastra.

TRASMUTADA

Hoy me trasmutaré,
brincaré al jardín donde se esconden los duendes.
Las manos se recubrirán de seda virgen,
el rostro quedará convertido en ánforas de besos,
y con el cuerpo en espiral llegaré hasta ti.

No entenderás el sabor en tus labios,
ni la suavidad repentina de tu piel
cuando envuelto en la tibieza de mi abrazo
se desgarren en surcos tus deseos.

No entenderás ese suave murmullo en tu nuca,
ni el palpitar del cuerpo
que te invade.

Llevo una eternidad girando,
rondando el aroma de tu pecho,
lamiendo desesperada tu sal,
olfateadote en la niebla profunda de la espera.

Hoy haré con tu amor lo que desee
porque, trasmutada, solo yo te reconozco.

INTIMIDAD

Quiéreme, a solas,
sin testigos,
que el beso que te tiembla en la mirada
se me pierda en el alma y grite el cuerpo.
Desnúdame, tierna,
liberada,
que llego a tus pies para mirarte…
culebra rígida, hilvanando sueños.
Quiébrame las ganas en tu lecho,
cabálgame insaciable la malicia,
y cuando sepan que te sigo viva
cegarán de envidia los perversos.
No he de querer ya más,
¿Por qué decirlo?
Si soy mujer que busca en el sagrario
la intimidad que guarda adormecida
la musa que me inspira el verso.

HE VUELTO ENCADENADA

Un misterioso
porqué de las cosas
me llevó allí.

Hoy,
de bien adentro,
he vuelto bañada de mangle,
sumergida de selva.
Verdes nuevos me brotan
sin fronteras.

Traigo luz de misterios
en los ojos,
bramidos retumbando
en cavidades antiguas,
catedrales de sal
sobre mis pechos.

En la espesura,
bien adentro,
encontré el mestizo de ojos grises.
Toqué el ala de la vida
y me bañé de musgos olorosos.
En senderos ocultos
descubrí terciopelos
de cuerpos intocados.

Aromas y ambrosías
de pulpas nuevas
me fuerzan a volver
a la lujuria de la noche.

Ahora vuelvo
tejida de cadenas y de algas.


Selección narrativa:

LECHE Y MANÁ

La madre se vistió de crisálida y le dio leche de sus senos. Pintó su cara con ternura de duendes saltarines. Usó el pincel más fino para trazar líneas con vuelos de gaviotas.

Abrió las ventanas de par en par, la luna dorada brilló sobre su cuna. La noche se hizo aliada de sus horas, arrullándola con brisa de palmeras y nanas para que no murieran las hadas de la imaginación. Creció adorando su pecho de bronce y plata, acomodando su cabeza entre los huecos de sus alas. Rellenó de sonrisas sus ojos cuajados de rocío y creció, pulgada a pulgada, sobre un suelo de algodón azucarado, que ahora le sirve para calmar el huracán de sorpresas que le va dando la vida.

La madre, se transfiguró y se fue. La niña llora esperando que baje de los cielos el maná dulce de los pechos de su ángel.

No hay sorpresas que no conozca, ni alegrías que no intente.

PLAZA DE HIROSHIMA
(Relato verídico)

No esperaba llegar a este espacio tan enorme a la hora del silencio.
Es la hora en que la tarde le toma la mano a la noche. Hay una leve penumbra que me permite oír claramente un extraño murmullo que se mete por cada poro de mi cuerpo. No debí salir tan tarde en busca de este espacio que siempre me ha atraído como cal para los huesos, como sal viva para los ojos, como agua para la sed de la vida. Es la hora en que todos se recogen a mirar las paredes del silencio y no se habla, ni se piensa, solamente se desea reposar con la mirada en el blanco de los recuerdos.

Cruzo la plaza en diagonal a pasos lentos. Agudizo los sentidos, deseo mirar cada pulgada del suelo, ese que un día fue alfombra de carne chamuscada. Deseo la clarividencia que se esconde en mi mente.
Hoy la necesito más que nunca. El murmullo se hace más intenso y se cuela por mi boca, diluyéndose en mi sangre hirviendo.
Sí, se que escucho gritos, lamentos. Los murmullos son cada vez más entendibles, cada vez más dolorosos. De momento comienzo a ver las caritas quemadas, los ojitos ardiendo. Las ropitas en hilachas de cenizas y sangre coagulada se pegan a mi piel.

Estoy segura que es en este lugar donde los apilaron y terminaron de matarlos para que no siguieran sufriendo por largo tiempo. La radiación les hizo mucho daño, no tenían salvación, esas reacciones en cadena seguirían pudriéndoles la piel tierna, las llagas cubrirían todo sus cuerpecitos supurantes en carne viva, en dolor vivo, en horror largo y lento.

No sé por qué necesitaba estar aquí, en este lugar de los infiernos, pedir perdón, llorar por cada uno de ellos. Llevo la culpa tatuada en mi alma vieja. Los alaridos se clavan en las entrañas como punzadas cortantes. Estoy aquí, al borde de la locura, al margen de la conciencia, llorando ríos, mares, sofocando con mis lágrimas el ardor de sus cuerpos, pero estoy segura que ni todas las lágrimas del universo podrán sellar esta laceración imperdonable. Mis brazos se alargan y extienden hasta el suelo y logro un abrazo horizontal.

Soy sábana tendida sobre la muerte.

NADAR EN LA ETERNIDAD

Salté en caída libre y me hundí hasta lo más profundo. Fui bajando, bajando, bajando. Ya no tenía más aire en los pulmones y la presión del agua me hacía reconocer que perdía el sentido. Dejé de bajar y la fuerza boyante sumada a mi grito mental me devolvieron a la superficie. El agua me llamaba con fuerza, siempre lo hace, debo haber sido pez en otra vida. Yo puedo, pensé, y antes que la razón me contradijera, di el salto desde el puente del deseo.

Ya a flote reconocí la distancia hasta la orilla, y nuevamente pensé que podría nadar hasta la arena dormida. A mitad de trayecto los brazos me dolían, las piernas se debilitaron y un calambre egoísta disparaba corriente en todas las direcciones de mi cuerpo. Supe que era imposible llegar a la orilla, y fue entonces que invoqué a los
dioses del mar y no me escucharon, clamé a mi ángel de la guarda y se rió de mi osadía.

-Nunca has sabido medir las consecuencias de tus actos.

Fue el reclamo del ángel, mientras yo sucumbía a lo que más se puede parecer al pánico. Pero no, yo no me puedo morir ahora, aún me quedan lecturas por hacer, besos en la boca, y necesito sembrar la semilla de mango que espera su punto exacto sobre la mesa del jardín.

El sol me nublaba la vista y la sal ardía como arde en una herida abierta, y yo ahí, revoloteando como pájaro herido, como loba en parto, o ninfa sin amor.

No puedo morir, me repetía con la poca fuerza que me quedaba. Y no pude. Simplemente me crecí aletas de tiburón, escamas de sirena y ojos de delfín, y con mi traje más azul, soplé la imaginación, las olas crecieron hasta que una avalancha de deseos vivos me trajo a la orilla.

Ahora se que puedo nadar eternamente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimada Norma Segades, deseo agradecerte por la extraordinaria Revista que estás produciendo para beneficio de todos tus lectores y en especial para los que escribimos con la tinta de nuestro corazón, gracias por incluirme entre tus excelentes participantes, Te felicito, Amiga, Carmen Amaralis Vega Olivencia, desde Puerto Rico
www.carmenamaralis-vega.com/