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"... el bibliotecario protege los libros no sólo contra el género humano sino también contra la naturaleza, dedicando su vida a esta guerra contra las fuerzas del olvido"
Umberto Eco

GUTIERREZ GABELA, Florentino

Florentino Gutiérrez Gabela


León – España


Libros publicados:

*Liturgia del tiempo
*Caballos del paraíso
*Últimas devociones
*La vida y otros agravios
*La ciudad de los lenguajes
*Alba de otoño
*Los paisajes oscuros


OBRA

SELECCIÓN POÉTICA:

BUKOWSKI

La vida siempre fue una mala perra
una vieja borracha sucia
y maloliente
por los oscuros callejones
de los arrabales
ahí estás de trotamundos
y aún consideras
que es agradable ser Bukowski
no hay nada que discutir
sobre este sórdido argumento
de la literatura
la soledad no es la peor cosa
ni los bares
ni las apuestas
ni las putas de las aceras sonriéndote
has peleado a la contra
con toda la desesperación
y has envejecido
con una multitud de héroes ignorados
por esa maldita cosa de la poesía
te imagino aún
con el cigarrillo colgando de los labios
maldiciendo al dios de las dos caras
o buscando tu alma
por algún cuarto de alquiler.

LA NOCHE DE LOS CUENTOS

¿Puedo yo, François Villón, malviviente y proscrito,
saludar a las constelaciones desde mi soga
de ahorcado?

Yo maté a los espías de las estrellas delatoras
al señor feudal de las tempestades
a los guerreros templarios de la Edad Media
tampoco niego haber matado a Nietzsche y a Kant
me entristecí por Pound y Genet
me conmovió Rilke
he amado a Rimbaud en el corazón de Paris
me emborraché con Dylan Thomas en las tabernas
de Gales
idolatré siempre a los malditos y alucinados
admiré a los metafísicos y surrealistas
a los que fueron precoces en su muerte
todos los versos alcohólicos de los bohemios
a los heterodoxos desde hace mil años
a todos los poetas suicidas de todos los siglos
a Maupassant en su manicomio,
he visto a Karyotakis disparándose al corazón
un verano de mil novecientos veintiocho,
a Lowry bajo su volcán en Cuernavaca
a Celan en el Sena, a Silvia Plath
seducida por el arte de morir a los treinta años
a Pavese el bello verano del cincuenta
¿acaso tendrá la muerte tus ojos, Pavese?

Poetas de las pirámides
soñadores de las estrellas
el pájaro duerme.
Se acabó la noche de los cuentos.

LA POESÍA TIENE LAS MANOS ATADAS

Adónde vas sin tregua, Federico García Lorca

¿al inmortal ocaso
donde la tarde es un exilio de azucenas celestes?

¿donde el universo es una hambrienta paloma
que devora la sal?

Tu boca nos responde
con un orgulloso latigazo de silencios
¿un desdeñable consuelo ante tanta demencia?
¿un prodigio de obstinación más allá de la muerte?
sin embargo nos acoges
con el corazón dolido de las horas más oscuras
y nos miras con tu mirar de mirlo enamorado
y jubiloso.

Olvida el sueño despojado
por una ceguera de cuchillos edificando calamidades,
no pretendas sembrar el odio
cuando el firmamento es estéril
y empaña la hospitalaria sala
donde declina el día. Sé siempre dichoso
desde cualquier cautividad en que te encuentres.

Solo pedimos llevarte
por esa noche hinchada de racimos
o un inquebrantable jazmín para apuntalar
el desguarnecido frío de la pureza,
adónde sino ese desorden de rimas
extraviadas por tus manos.

Desde aquí abajo se te ve un huérfano terrestre
pisando los astros de vistosas alas,
un halcón despreciando
el derroche perfecto de la aurora.

CANCIÓN MUERTA A LA ESPERANZA

Es tiempo de decir que la esperanza ha muerto.

Es tiempo de desandar la vida, en el caparazón
de la noche si es preciso, sin vigías en la espalda
y en la epidermis
creciendo hieles a destiempo.

Es hora.
Ya las libélulas nos darán el láudano dorado
brotando de las amatistas, el alerce
su aroma blanco envejecido.

No podemos esperar
a que el cantero talle gota a gota la escarcha
el jardinero pode el marzal
o el marinero alfombre la marea.

¿Acaso no veis que el corazón se encoge,
nos cortan las manos
y nos quitan el aire aún verde de los ojos?

CREDO

Esta hondura de vivir, estremece.

Me confunde ese devenir inagotable,
el extraño temple de utópicas razones
que rastrean la nada
y trenzan la sinrazón en sinuosos ensayos.

Me inquietan milenarias alquimias
que transmutan el latón de la esperanza
en sórdidas doctrinas de paraíso,
torbellino de caireles que aquietan la cordura
y centellean la espiral de la carne.

Esa conjunción de tuétanos que galopa sin riendas
en la grupa de mi asolada rectitud,
no es más que un minúsculo aguijón
que atempera los azotes
de mi firmamento cenagoso,
una urdimbre homogénea que me ata
a la solidez promiscua y azorada de la vida.

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